martes, 13 de octubre de 2009

QUE NO QUEDE EN PICADA / NON SOLO ANTIPASTI

Dulce Despegar / Dolce sollevare
by Daniela Kodenczyk & Juan Christmann

Miraba por la ventana. Estaba en unos de esos días en que cualquier cosa que pasa es buen motivo para reflexionar. Sacar conclusiones. Ir y venir de pasado a presente, ir y volver de futuro a presente. El cotidiano juego de la mente.
Sentía fuerte, algo le faltaba, extrañaba algo que en realidad nunca había llegado a tener.
El sol le hizo recordar. Un patio grande de baldosas grises, líneas rojas, recreos, tizas, libros y un lápiz y una hoja. Los renglones se completaban solos, el lápiz se deslizaba por la hoja como si se conocieran desde siempre.
Nunca supo como fue que esa hoja se voló. Pero un día ya no estaba.
Pasaron los años. El lápiz quedó en un cajón junto a otras tantas chucherías que no se decidía a tirar, no llegaba a pasar al primer cajón de las cosas de todos los días.
Seguía en la ventana cuando un viento hizo aterrizar un avión de papel en su hombro. Lo abrió. Era una hoja llena de renglones con diferentes formas, líneas rectas, curvas, horizontales, diagonales. Parecía extraña, lejana pero calida a la vez. Había frases sueltas, intrigantes y tenia aroma…aroma a especies, como si hubiese estado durmiendo en una vieja alacena por largos años. Corrió al cajón de las chucherías y buscó ese viejo lápiz. Le sacó punta y atacó eufóricamente esos renglones. De repente sentía liviandad.
Resultó algo confuso, desarmado, desprolijo. Con cierta impotencia, decidió volver a armar el avión y soltarlo para que vuele.
Corrió a la cocina, ahí su creación no conocía limites. Empezó a batir seis claras a punto nieve. Seguía pensando en ese avión, como era que ese sencillo papel le provocaba tanto revuelo? Batió seis yemas con una taza y media de azúcar, media taza de aceite, tres cuartos de taza de agua, esencia de vainilla y una taza y media de harina con tres cucharaditas de royal y una pizca de sal. Aterrizó de la nada devolviéndole algo que ya creía perdido. Mezcló de forma envolvente ambas preparaciones. La volcó en un molde de veinticuatro centímetros de diámetro.
Cuando estaba por llevar la preparación al horno sonó el timbre. Era el cartero. Insólitamente le entregó el avión que había hecho despegar tiempo atrás. Lo abrió y pudo reconocer en el papel lo que había intentado dibujar pero convertido ahora en una dulce melodía. Por medio de lo simple y puro, de sentimientos ingenuos y despojados, de risas.
Llevó la preparación al horno. Durante los cuarenta y siete minutos y treintaiun segundos que espero a que se infle leyó y releyó y volvió a leer el avioncito una y más veces. Una sonrisa se le iba dibujando en la cara. Una sonrisa dulce y cómplice.
Chilló el timbre. El horno avisaba que estaba lista. La sacó, la abrió al medio, la humedeció con un almíbar improvisado y la rellenó con mucho mucho dulce de leche “estilo colonial”. La bañó en chocolate y le pincho una por una las velas. Agarró el lápiz que había dejado tirado por ahí y en una hoja sin renglones escribió “Chin cHin! Por una vida llena de dulces sOrpresas, risas y Todo lo que haga lindO al alma”
Envolvió la torta en un gran avión de papel y con un envión lo hizo despegar en dirección al noreste. Acomodó la cocina y guardó el lápiz, ahora un poco más gastado, en el primer cajón.

Guardavo per la finestra. Stavo in quei giorni che qualsiasi cosa è buona per riflessionare. Fare conclusioni, Andare e tornare dal passato al presente, andare e tornare dal futuro al presente. Il quotideano gioco della mente.
Sentiva forte, qualcosa li mancava, qualcosa che mai ero risucito a avere.
Il sole li ha fatto ricordare. Un cortile grande di ceramiche grigie, linee rosse, recreazioni, , libri e una matita e un foglio. Le righe si compietavano sole, la matita scivolava per il foglio come si se conoscerano da sempre.
Mai ha saputo come fu che quel foglio si è volato, Ma un giorno non c'era piu.
Erano passati degl'anni. La matita che era rimasta nel cassone insieme a altre tante cose che non era decissa a buttare, non riusciva a passare al casoneto delle cose di tutti giorni.
Seguiva nella finestra quando un vento ha fatto aterrare un aereo di carta nel suo braccio. Lo ha aperto. Era  un foglio pieno di righecon diverse forme, linee diriti, curve, orizzontali, diagonali. Sembrava strana, lontana ma calda al stesso tempo. Aveva frasi, intriganti e che avevano aromi, profumi a spezie, come si avessi dormito in una vecchia alacena per anni. Allora ha corso fino al cassone delle cose vecchie e ha cercato quella vecchia matita. Li ha
fatto filo e attacco a quelle righe. Subito sentiva leggerezza.
Era stato qualcosa confusa, sneza forma. Con certa impotenza, ha decisso di tornare a fare l'aereo e lasciarlo volare.
E' andata lla cucina, li la ua creazione non conosceva i limiti. Comincio a sbattere 6 chiare a punto neve, Seguiva pensando nel aereo, come mai quel semplice foglio li provocava tanto casino? Mescolo 6 tuorli con una tazza e mezza di zucchero, meza tazza di olio, 3/4 tazza di acqua, vaniglia e 1 1/2 di farina con 3 cucchiaini di polvo lievitante e un pizzico di sale. Era aterrato del niente tornandoli qualcosa che gia credeva perso. Ha mescolato in forma
involtente tutte le due preparazioni. L'ha messo in un stampo di 24 centimitri di diametro.
Quando stava portando la preparazione al forno , è suonato il cancello. Era il postino. Insolitamente li portava l'aereo che aveva fatto volare tempo fa. Lo ha aperto e ha potuto riconoscere nel foglio lo che aveva provato a disegnare ma convertito adesso in una dolce melodia. Simplice e puro, sentimenti ingenui e senza pensieri, di gioia.
Ha portato la preparazine al forno.Durante i 47 minuti e 31 secondi che ha aspettato che si gonfie ha letto e riletto e tornata a leggere l'aereo una e altra volta. Un sonriso se li disegnava in faccia, Un sonriso dolce e complice.
Suono il timer. Il forno dicva che era pronta. La toglie, la apre al mezzo, e li da umidità con un sciroppo improvisato e la riempi con molto ma molto dolce di latte " stilo coloniale". Dopo la bagna con cioccolato e li sfila una per una le candelle. Prende la matita che aveva lasciato buttato e in un foglio senza righe scrisse "Chin Chin! per una vita piena di dolci sorprese, gioia e Tutto quello che fa bene al anima " ha involto la torta con una gran aereo di carta e con una spinta lo ha fatto volare in direzione nordeste. Ha messo a posto la cucina e la matita, adesso un poco piu usato, nel primo casseto.


Blog de Juan Christmann & Daniela Kodenczyk : http://quelacosanoquedeenpicada.blogspot.com

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