Las inacreditables historias de Gonzalo Gonzales Taboada: Investigador Culinario. Vol. 1 / Le screditate storie di Gonzalo Gonzales Taboada: investigatore culinario, Vol. 1
by Daniela Kodenczyk & Juan Christmann
Hoy es el cuarto día de la expedición, Taboada está exausto, el frío y el viento son inaguantables. A cada paso la cima parece más lejana. De noche en su carpa de uno cuarenta por dos metros, sueña con su colchón, su cama, su cuarto, su dos ambientes, su calle Rincón, su Constitución, su Buenos Aires.
Qué lejos se ve todo eso, aún más lejos que el monasterio de Drepung. Taboada es un tipo solitario. Se podria decir que no es el más sociable del mundo. Mucho se deve a que cada vez que conoce a alguien, sabe que le van a preguntar a qué se dedica.
Porque la leyes sociales así lo establecen. En cualquier evento social, cuando te presentan a alguien, lo primero que preguntan es el nombre y lo segundo nunca es si coleccionás llaveros, ni si tenías un amigo imáginario en la infacia o si algunas vez intestaste ir hasta uno de los extremos de un arcoiris a ver que habia. Taboada siempre pensó que cualquiera de esas respuestas cumplirían mejor el objetivo de conocer más a una persona. Pero no, la gente nunca hace preguntas de ese tipo. Siempre quiere saber cual es tu profesión. Y explicar eso para Taboada no es tarea fácil.
Taboada sabe de comida, pero no es cheff. Sabe aplicar el proceso científico pero no trabaja en un laboratorio. Busca la verdad, pero no es un abogado.
Es un investigador privado, pero no deja que nadie lo contrate.
El trabaja sobre sus instintos. Sus sentidos. Su estomago.
Gonzalo Gonzales Taboada es investigador culinario. Y de los mejores. Siempre está atrás de una pista. Su olfato es sigiloso y su lengua puede diferenciar la manteca de la margarina con solo lamer el envoltorio. Uno de sus casos más conocidos fue encontrar a Michael Whitaker, bisnieto de Dorothy Whitaker, quién fue no más ni menos que la primera en tirar un fideo contra un azulejo para ver si estaba pronto. Taboada es un tipo que llega a las fuentes. Dentro de su curriculum también se encuentra el caso Sovietico. En el cual, en plena gruerra fría, logró descubrir que la ensalada rusa, en Rusia se llama ensalada primavera.
El caso que hoy lo deja sin dormir comenzó a más de un año. Taboada estaba en su despacho investigando sobre una tribu indígena del noroeste de África, quienes desarrollaron una mutación genética que les permite cortar cebolla sin largar una lágrima. El caso no era tan jugoso, pero Taboada sabía que si lograba capturar el ADN de uno de estos indígenas, transformarlo en una solución y envasarlo, vendería millones. Eran más de las tres de la mañana, Taboada se encontraba trabajando en el caso Lagrimales Inmunes cuando recibió un sobre por debajo de la puerta. Se apresuró a abrir las ocho cerraduras, pero cuando salió al pasillo ya era demasiado tarde. El mensajero misterioso se había ido. De vuelta en su escritorio, Taboada abrió el sobre. Dentro tenía un papel con una sola línea escrita:
- “El mejor asado no habla castellano.”
Al principio Taboada pensó que era una broma, hasta soltó una carcajada. Pero dejó de lado el sobre y continuó investigando sobre los antillorones del África.
Una semana pasó hasta recibir el segundo sobre. De la misma manera miseriosa y a la misma hora. Esta vez la frase decía.
- “El mejor asado es chino.”
El segundo sobre confirmaba el primero. Hasta le daba más pistas. Taboada ya no podía hacer la vista gorda, debía investigar.
A primer hora de la mañana se tomó el colectivo que va por Av. Libertador. Se bajó una antes, caminó un poco, sacó la entrada, comenzó a recorrer el parque, a darle de comer a los peces y a entrevistar a algunos trabajadores del lugar.
Solo después de tres horas se dió cuenta que estaba en el Jardín Japonés, no Chino, y que allí no iba a conseguir muchas pistas. Así que decidió salir inmediatamente hacia una zona que seguro le sería más fructifera.
Se bajó en Barrancas de Belgrano y comenzó a caminar por el barrio Chino. Recorrió todos los restaurantes y para no despertar sospechas, comió un plato en cada uno. En total comió más de dos kilos y medio de arroz y treinta y dos empanaditas chinas. Pero en ningún menú había Asado.
Volvió a su departamento de la calle Rincón, a descanzar un poco porque el sueño post comida se estaba aduñando de él. Antes de llegar a la casa, pasó por el videoclub cercano y se alquiló todas las películas de Van Dam, como para entrar en clima con el caso. Después de ver la primer media hora de película, durmió quince horas seguidas, que fue más o menos lo que tardó en hacer la digestión. Lo despertó un golpe en la puerta con otro sobre.
- “El mejor asado es chino, chino. De China, posta.”
Medió dormido todavía habló solo:
-“Claro, ¿cómo no me di cuenta antes?, tengo que ir para allá cuanto antes.”
Al otro día fue a la tintorería de la cuadra a hablar con su amigo Javier. Javier era su nombre argentino, que le dieron cuando inmigró a mediados de los noventas. Taboada le contó de los sobres y Javier se ofreció a darle el contacto de su primo que trabajaba en la embajada China en Buenos Aires a cambio de un lavado a seco de la ropa que Taboada llevaba puesta. Cosa que le pareció razonable y además le venía bien, porque sabía que en el mundo burocrático tener buen aspecto, ayuda.
Así fue que llegó a la embajada preguntando por el primo de Javier. Explicó el caso y en menos de dos horas tenía la visa y un pasaje ida y vuelta. Resultó ser que el primo de Javier era un amante del asado criollo y necesitaba saber tanto como Taboada si la hipótesis era verdadera.
El vuelo duró treinta y tres horas y veintidos botellitas de vino tinto. Finalmente el avión aterrizó en el aeropuerto internacional de Shangai. A Taboada no le gusta esperar por su valija, así que decidió viajar con equipaje de mano. Tomó un autobus que lo llevó al centro de la ciudad. Los nombres de las calles eran imposibles pronunciar, por lo que Taboada llegó al hotel gracias a su poder de comunicarse con ademanes.
Después de tomar una ducha, bajó al lobby del hotel y preguntó sobre un restaurant que sirvan el mejor asado del mundo. El funcionario del hotel quedó perplejo, gritó algunas palabras en Chino señalando hacia la puerta para que se vaya. Taboada así lo hizo y tras caminar unas cuadras, escuchó un timbre de bicicleta. Al principio no prestó atención. El segundo timbrazo estaba cada vez más cerca, Taboada decide hacerse a un lado de la calle. El tercer timbrazo ya le molestó, cuandó se dió vuelta para insultar a quien sea, la bicicleta lo atropeyó. Taboada, la bicicleta y el chino cayeron para lados diferentes. Taboada enfurecido se levantó para golpearlo, cuando lo tenía de las solapas de la camisa, el chino soltó una palabra:
- “Asado.”
Taboada detuvo su puño a mitad de camino y el chino repitió.
- “Asado, asado.”
“Sí, asado! ¿Qué sabés de eso pibe?” Evidentemente lo que sabía muy poco de español, por lo que le hizo señas para que lo siguiera. Taboada lo siguió hasta el fin de la calle, dobló a la derecha, luego a la derecha y luego a la derecha, llegando al mismo lugar donde estaban. Lo cual hizo enfurecer todavía más a Taboada. Cuando lo agarro nuevamente de las solapas, el chino dijo.
- “Es para despistar.”
Luego golpeó una puerta cuatro veces y maullo tres. La puerta se abrió, una escalera los llevó hasta un sotano oscuro y con goteras. El chino entró a una puerta y le dijo a Taboada que espere en el pasillo. Taboada no entendía mucho, pero su olfato le decía que estaba en el camino correcto. Después de unos minutos la puerta se abrió y Taboada entró a una habitación más oscura y con más goteras aún. La única luz apuntaba al rostro de un anciano vestido de kimono que estaba intentando atrapar un grillo con un isopo.
- “Típico, pronosticaron lluvia y yo me dejé el paraguas en casa.” Dijo Taboada para cortar el hielo.
- “Bienvenido Sr. Taboada. Sientese por favor. Escuché que usted está buscando algo.”
- “Sí, ¿quién es usted? ¿Qué sabe del asado?”
“- Calma Sr. Taboada. Todo a su tiempo. Si quiere respuestas, va a tener que ganárselas.”
- “¿Ganarmelas? ¿A qué se refiere?”
El viejo sacó un maso de cartas y dijo:
- “Un partido a treinta, sin jardinera. Cortá, vos sos mano.”
Taboada seguía atentamente las manos del anciano, no sea cosa que le vengan a meter la mula justo a él.
Recibe las cartas: Un tres de oro, un siete falso y un sota.
Juega el sota.
El anciano canta envido. -“Envido-envido.” Apura Taboada. El anciano no se arriesga y la deja pasar. Dos puntos para Taboada. El anciano juega un tres y un seis de copas. – “Truco, quiero retruco, quiero.” Taboada coloca las dos cartas una exactamente encima de la otra. El anciano corrobora con su dedo que la carta de abajo mata su seis. Taboada sonríe. “- Quiero vale cuatro.” Taboada miró profundamente en los ojos del anciano. No podía ver mucho por la falta de luz y el agua cayendo del techo sobre su frente.
–“Quiero.” El anciano jugó las cartas sobre el maso. Primera mano, seis puntos para Taboada.
En la segunda mano el anciano ligo tanto y Taboada tres sotas. El partido fue más parejo de lo pensado. Taboada ganando por cinco, después el anciando entrando a las buenas con tres punto arriba por un vale cuatro no querido. Asi llegaron a estar veintisiete a ventinueve.
Le tocaba repartir a Taboada. El anciano sonríe con la primera, con la segunda y no tanto con la tercera. El chino juega un seis de basto. Taboada canta envido. – “Real envido. Falta envido. Treinta y tres. Me ganaste de mano.” El anciano se levantó para festejar su victoria mostrando sus cartas, sin recordar que solo había ganado un punto que era lo que separaba a Taboada del triunfo. El anciano dejó ver sus otras dos cartas: un siete de copas y un caballo. Taboada sonrrió. Los suyos eran de espada y además tenía el ancho.
Entre llantos, el anciano explicó a Taboada como llegar al monasterio de Drepung, en lo alto del Tibet.
En el cuarto día de la expedición, Taboada está exausto, el frío y el viento son inaguantables. Taboada y el chino, que se ofreció a acompañarlo a cambio que le enseñe a jugar al truco, continúan subiendo la cuesta. Una rafaga de viento golpeó la montaña. El cielo se despejó y entre dos nubes apareció el monasterio. La cara de Taboada se iluminó. Sabía que estaba cerca. Infló su pecho de aire. Olía a verdad.
Llegaron al monasterio justo a la hora del almuerzo. Una vez dentro, el chino hizo las veces de traductor. El monje les dió las bienvenidas y los invitó a comer con ellos.
Taboada aceptó. – “Preguntale que hay de comer.” El chino preguntó y recibió la respuesta con una sonrisa. Taboada no precisaba saber más.
Entraron al salón comedor. El olor a carbón, humo y carne invadían el recinto.
A Taboada se le hacía agua la boca. Lo que había sido un murmullo de gente ahora era silencio. Todas las miradas estában sobre Taboada y su compañero de viaje. Ellos saludaron y se sentaron a la mesa. La primera porción de asado fue para el monje principal, la segunda para Taboada. No lo podía creer. Lo que podría ser el mejor asado del mundo estaba frente a sus ojos. Dio el primer bocado. El punto justo, cocido y hasta medio crocante por fuera, jugoso por dentro. Tal como lo decía la carta. Taboada no necesitaba masticar para que la carne se deshaga en su boca. Fue ahi cuándo se dio cuenta que solo había tenedor y cuchara para comer. Qualquier cuchillo estaba de más. Taboada comió su porción y pidió repetir tres veces. Era verdad, todo era verdad. La textura, el aroma. Nunca había comido un asado asi. Era una verdadera explosión de sabor. Cuando estaba terminando su tercer plato, sonó una campanada. Todos en el recintó se levantaron y miraron hacia la puerta de la cocina, Taboada tambíen. Las puertas se abrieron y salió un monje gordo con un delantal blanco manchado de grasa y cenizas. Ante el gesto de reverencia de todos sus compañeros, el monje gordo dijo:
- “Un aplauso para el asador, no sean culeados.”
La ovación fue masiva.
Para la sorpresa de Taboada el asador era el gordo Toti, un cordobés de Rio Tercero, que se había rajado de la Argentina justo antes del kilombo del corralito.
Los dos se quedaron entre Fernet y Fernet, contando cuentos hasta altas horas de la noche. Así fue que Taboada desmistificó que el mejor asado del mundo en verdad era chino, pero de Rio Tercero.
Oggi è il quarto giorno della spedizione, Taboada è molto stanco, il freddo e il vento non sono sopportabili. Ad ogni passo la vetta sembra più lontana. Di sera nella sua sua tenda di 1,4 x 2 metri, sogna il suo materasso, il suo letto, la sua stanza, i suoi 2 ambienti, la sua strada Rincón, la sua Contitución ( un quartiere di BA), il suo Buenos Aires.
Da lontano vede tutto quello, ancora più lontano del monastero di Drepung. Taboada è una persona solitaria. Si potrebbe dire che non è molto socevole. Questo in gran parte si deve al fatto che sa che ogni volta che conosce una persona nuova, questa gli chiederà cosa fa nella vita.
Perchè le leggi sociali così lo stabiliscono. In qualche evento sociale, quando ti presentano a qualcuno, la prima cosa che ti chiedono è il tuo nome e la seconda non è mai se sei stato collezionista di portachiavi, neanche se avevi degli amici immaginari nell’infanza, nenche se qualche volta hai provato ad andare all’inizio o alla fine di un arcobaleno per sapere cosa c'era. Taboada ha sempre pensato che queste domande sarebbero migliori per conoscere una persona. Ma no, la gente mai fa quel tipo di domande. Sempre vogliono sapere la tua professione. E spiegargli questo per Taboada non è mica facile.
Taboada sa di cibo, ma non è chef. Sa applicare il processo scientifico ma non lavora in un laboratorio. Cerca la verità, ma non è un avvocato. E' un investigatore privato, ma non lascia che nessuno lo contatti.
Lui lavora sui suoi istinti. I suoi sensi. Il suo stomaco.
Gonzalo Gonzales Taboada è un investigatore culinario. E dei migliori. Sempre sta dietro una impronta. Il suo olfatto è sigilloso e la sua lingua può differenziare il burro dalla margarina col solo assaporare il suo packaging. Uno dei casi più conosciuti fu trovare Michael Whitaker, nipote di Dorothy Whitaker, che è stata la prima a buttare gli spaghetti contro una ceramica per sapere se era pronto. Taboada è una persona che arriva alle fonti. Nel suo C.V. si trova anche il caso sovietico. Nel quale, in piena guerra fredda, è riuscito a scoprire che l’insalata russa, in Russia si chiama insalata primavera.
Il caso che oggi lo lasciava senza dormire era cominciato un anno fa. Taboada stava nel suo ufficcio investigando una tribù indigena del nordest dell'Africa, che aveva sviluppato una mutazione genetica che permetteva di tagliare la cipolla senza piangere. Il caso non era molto interessante, ma Taboada sapeva che se riusciva a catturare il DNA di uno di questi indigini, trasformarlo in soluzione e metterlo in barattoli, ne avrebbe venuto a milioni. Erano già passate le 3 della mattina, Taboada si trovava lavorando nel caso Lacrimali immuni quando ha ricevuto una lettera sotto la sua porta. L'ha aperto velocemente. Dentro aveva un foglio con una sola riga scritta:
- "La migliore grigliata non parla castigliano".
All’inizio Taboada ha pensato che era una barzelletta, addirittura ha riso forte. Ha lasciato accanto la lettera e continuava investigando sugli africani che non piangono.
Dopo una settimana ricevette la seconda lettera. Dello stesso modo misterioso e alla stessa ora. Questa volta la frase diceva.
-"La migliore grigliata è cinese."
La segunda lettera confermava la prima. Addirittura gli dava più indizi. Taboada già non poteva fare a meno, doveva investigare.
Alle prime ore del mattino ha preso il pullman che va per Av. Libertador. E' sceso una fermata prima, ha camminato un pò, ha acquistato il biglietto e cominciato a percorrere il parco, a dare da mangiare ai pesci e ad intervistare gli addetti al lavoro del posto.
Ma dopo tre ore aveva capito che si trovava nel Giardino Giapponese, e non Cinese, e che lì non avrebbe trovato la soluzione. E immediatamente è andato in una zona sicuramente più adatta.
E' sceso a Barrancas de Belgrano e cominciò a camminare per il quartiere cinese. Ha percorso tutti i ristoranti e per non destare dubbi, ha mangiato un piatto in ognuno. In totale aveva mangiato più di 2 kg e mezzo di riso e 32 involtini cinesi. Ma in nessun menu c'era la grigliata.
E' tornato al suo appartamento della strada Rincon, a riposare un pò perchè il sonno post pranzo lo stava prendendo. Prima di arrivare a casa, è passato per un videoclub vicino e ha noleggiato tutti i film di Van Dam, per entrare in clima con il caso. Dopo aver guardato la prima mezza’ora di film, ha dormito 15 ore di seguito, fu questo il tempo necessario per la digestione. Lo svegliò un colpo alla porta con un altra lettera.
- "La migliore grigliata è cinese, cinese. Della Cina, vero."
Ancora addormentato parlava da solo:
-"Chiaro, come non lo avevo capito prima?, devo andare in Cina subito."
Il giorno dopo fu alla lavanderia dell'altra parte della strada a parlare con il suo amico Javier. Javier era il suo nome argentino, quando era immigrato a metà degli anni ‘90. Taboada gli raccontò delle lettere e Javier gli offrì di dargli un contatto di un suo cugino che lavorava nell’Ambasciata cinese a Buenos Aires in cambio di un lavaggio a secco dell' abbigliamento che Taboada portava con sè. Cosa che gli è sembrata giusta anche perchè doveva stare ben vestito per il mondo burocratico dell’Ambasciata.
Così fu che era arrivato all’Ambasciata chiedendo del cugino di Javier. Ha spiegato il caso e in 2 ore aveva il visto e un biglietto di andata e ritorno. Per fortuna, il cugino di Javier andava matto per la grigliata argentina e aveva bisogno di sapere la verità tanto come Taboada.
Il volo durò 33 ore e 22 bottigliette di vino rosso. Finalmente l'aereo arrivò all’ aeroporto internazionale di Shangai. A Taboada nongli piace aspettare il bagaglio, così che decise di viaggiare con equipaggio a bordo. Ha preso un pullman in direzione del centro della città. I nomi delle strade erano impossibili da pronunciare, per questo Taboada era arrivato al suo albergo grazie al linguaggio delle mani.
Dopo essersi fatto una doccia, scese al lobby dell'albergo e chiese di un ristorante dove facessero la migliore grigliata del mondo. L’impiegato dell’albergo era rimasto perplesso, e cominciò a gridare qualche parola in cinese indicando la porta perché se ne andasse di lì. Taboada così fece e dopo diversi metri, sentì il claxon di una bici. All’inizio non ci aveva fatto attenzione. Il secondo claxon era ora più vicino, Taboada decise di spostarsi. Al terzo claxon, che l’aveva disturbato, quando si girò per insultarlo, la bicicletta lo mise sotto. Taboada, la bicicletta e il cinese erano caduti in posti diversi.
Taboada arrabbiato alzò per colpirlo, e quando lo prese dalla camicia, il cinese riuscì a dire:
- "Grigliata".
Taboada fermò il suo pugno a metà strada e il cinese ripetè:
- "Grigliata, grigliata."
" Sì, grigliata! Cosa sai di questo, ragazzo? Evidentemente quello che sapeva poco era lo spagnolo, per questo gli ha fatto segni per dirgli di seguirlo. Taboada lo seguì fino alla fine della strada, girato a destra, di nuovo a destra per altre 2 volte, per arrivare di nuovo allo stesso punto di partenza. Questo aveva fatto arrabbiare ancora di più Taboada. Quando lo prese di nuovo dalla camicia, il cinese disse:
- E' per non creare sospetti."
Bussarono ad una porta 4 volte e miagolarono 3. La porta si aprì, una scala portava fino ad una cantina buia e con perdite d’acqua. Il cinese entrò da una porta e disse a Taboada di aspettare nel corridoio. Taboada non capiva molto ma il suo olfatto gli diceva che la strada era giusta. Dopo diversi minuti la porta si aprì e Taboada entrò in una stanza più buia e con più perdite. L'unica luce faceva vedere la faccia di un vecchietto vestito col kimono che stava provando a prendere un grillo con un bastoncino cotonato.
-"Tipico, avevano detto che pioveva e io ho lasciato l'ombrello a casa" Ha detto Taboada per rompere il silenzio.
-"Benvenuto Sig. Taboada. Si sieda per piacere. Ho sentito che lei sta cercando qualcosa."
-"Sì, chi è lei? Cosa sa della grigliata?"
-"Tranquillo Sig. Taboada. Tutto a suo tempo. Se vuole risposte, deve guadagnarsele."
-"Guadagnarle? Cosa vuole dire?"
-"Una partita a 30 (“ truco" gioco di carte argentino), senza "gardinera". Te sei mano."
Taboada seguiva attentamente le mani del vecchio, non sia mai che usasse delle trappola (giusto a lui!).
Gioca il 10.
Il vecchio le dice "Envido". -"Envido-envido". Gli mette pressione Taboada. Il vecchio non volle e lasciò passare il gioco. 2 punti per Taboada. Il vecchio giocò un 3 e un 6 di coppa. -"Truco, quiero retruco, quiero." Taboada mise le 2 carte giusto una sopra l'altra. Il vecchio guardò che la carta di sotto vince il suo 6. Taboada sorride. "Quiero vale 4." Taboada guardò fortemente lo sguardo del vecchio. Non poteva vedere molto per la mancanza di luce e l'acqua cadeva dal tetto sulla sua fronte.
-"Quiero." L'anziano mise le sue carte sul tocchetto. Prima mano, 6 punti per Taboada.
Nel secondo giro l'anziano ha avuto buone carte e Taboada tre 10. La partita fu più difficile di quello che aveva pensato. Taboada stava vincendo per 5 punti, dopo l'anziano vinceva per 3 punti grazie a "un Vale 4 non querido". Così erano arrivati alla fine del gioco 27 a 29.
Doveva dare le carte a Taboada. L'anziano sorrideva dopo la prima carta, con la seconda e non tanto con la terza. Il cinese giocò un 6 di bastoni. Taboada gridò envido, -Real Envido. Falta envido. Trenta e tre. Mi hai vinto per una mano." L'anziano si alzò a festeggiare facendo vedere le sue carte, senza ricordare che per cose del gioco ancora non aveva vinto...aveva lasciato vedere a Taboada le sue carte: un 7 di coppa e un cavallo.
Tra pianto e pianto, l'anziano gli spiegò a Taboada come arrivare al monastero di Drepung, in cima del Tibet (dopo aver perso la partita!)
Nel quarto giorno di spedizione, Taboada era sfinito, il freddo e il vento erano insopportabili. Taboada e il cinese, che si era offerto di accompagnarlo in cambio del fatto di avergli insegnato a giocare al "truco", continuarono salendo. Una raffica di vento colpì la montagna. Il cielo si era schiarito e tra le due nuvole appariva il monastero. La faccia di Taboada si illuminò. Sapeva che era vicino. Gonfiò il suo petto d’aria. Sentiva la verità.
Arrivarono al monastero giusto all’ora di pranzo. Una volta dentro, il cinese fece da traduttore. Il monaco gli aveva dato il benvenuto e li aveva invitati a mangiare con loro.
Taboada ha accettato. - "Chidigli cosa c'e da mangiare." Il cinese ha chieso e ha ricevuto la risposta con un sorriso. Taboada non aveva bisogno più di parole.
Entrarono nella sala da pranzo. L'odore di carbonella, fumo e carne invadeva la stanza.
A Taboada gli cadeva la bava dalla bocca. Quelli che erano i rumori della gente adesso erano diventati silenzio. Tutti gli sguardi erano su Taboada e il suo compagno di viaggio. Loro salutarono e si sedettero a tavola. La prima porzione di grigliata fu per il monaco principale, la seconda per Taboada. Non ci poteva credere. Quella che poteva essere la migliore grigliata del mondo stava davanti ai suoi occhi. Ha preso il primo boccone. Giusto, cotto e un po’ croccante fuori, sanguinoso dentro. Come diceva la lettera. Taboada non aveva bisogno di masticare, la carne si scioglieva da sola. In quel momento si è accorto che non c'erano coltelli nel tavolo, solo forchetta e cucciaio per mangiare. Dei coltelli non c’era bisogno. Taboada ha mangiato la sua porzione e ha chiesto tre porzioni ancora. Era vero, tutto era vero. La consistenza, l'aroma. Mai aveva mangiato una grigliata così. Era una vera esplosione di sapori. Quando stava per finire il suo terzo piatto, ha suonato una campana. Tutti nella stanza si alzarono e guardarono la porta della cucina, anche Taboada. Le porte si aprirono e uscì un monaco grosso con un tovagliolo bianco macchiato di grasso e cenere. Davanti ai gesti di ringraziamento dei suoi compagni, il monaco grosso disse:
- "Un applauso per il fuochista, non essere inculati."
L’ovazione fu massiva.
Con grande sorpresa di Taboada, il cuoco era il grosso Toti, un “cordobes di Rio Tercero” ( nato a Rio Tercero Provincia di Cordoba), che se ne era andato dall’Argentina giusto prima del casino delle banche.
Tutte e due rimasero tra Fernet e Fernet, raccontando storie fino a tardi. Così fu che Taboada provò che la miglior grigliata del mondo era cinese ma di Rio Tercero (Argentina).
Blog de Juan Christmann & Daniela Kodenczyk : http://quelacosanoquedeenpicada.blogspot.com
by Daniela Kodenczyk & Juan Christmann
Hoy es el cuarto día de la expedición, Taboada está exausto, el frío y el viento son inaguantables. A cada paso la cima parece más lejana. De noche en su carpa de uno cuarenta por dos metros, sueña con su colchón, su cama, su cuarto, su dos ambientes, su calle Rincón, su Constitución, su Buenos Aires.
Qué lejos se ve todo eso, aún más lejos que el monasterio de Drepung. Taboada es un tipo solitario. Se podria decir que no es el más sociable del mundo. Mucho se deve a que cada vez que conoce a alguien, sabe que le van a preguntar a qué se dedica.
Porque la leyes sociales así lo establecen. En cualquier evento social, cuando te presentan a alguien, lo primero que preguntan es el nombre y lo segundo nunca es si coleccionás llaveros, ni si tenías un amigo imáginario en la infacia o si algunas vez intestaste ir hasta uno de los extremos de un arcoiris a ver que habia. Taboada siempre pensó que cualquiera de esas respuestas cumplirían mejor el objetivo de conocer más a una persona. Pero no, la gente nunca hace preguntas de ese tipo. Siempre quiere saber cual es tu profesión. Y explicar eso para Taboada no es tarea fácil.
Taboada sabe de comida, pero no es cheff. Sabe aplicar el proceso científico pero no trabaja en un laboratorio. Busca la verdad, pero no es un abogado.
Es un investigador privado, pero no deja que nadie lo contrate.
El trabaja sobre sus instintos. Sus sentidos. Su estomago.
Gonzalo Gonzales Taboada es investigador culinario. Y de los mejores. Siempre está atrás de una pista. Su olfato es sigiloso y su lengua puede diferenciar la manteca de la margarina con solo lamer el envoltorio. Uno de sus casos más conocidos fue encontrar a Michael Whitaker, bisnieto de Dorothy Whitaker, quién fue no más ni menos que la primera en tirar un fideo contra un azulejo para ver si estaba pronto. Taboada es un tipo que llega a las fuentes. Dentro de su curriculum también se encuentra el caso Sovietico. En el cual, en plena gruerra fría, logró descubrir que la ensalada rusa, en Rusia se llama ensalada primavera.
El caso que hoy lo deja sin dormir comenzó a más de un año. Taboada estaba en su despacho investigando sobre una tribu indígena del noroeste de África, quienes desarrollaron una mutación genética que les permite cortar cebolla sin largar una lágrima. El caso no era tan jugoso, pero Taboada sabía que si lograba capturar el ADN de uno de estos indígenas, transformarlo en una solución y envasarlo, vendería millones. Eran más de las tres de la mañana, Taboada se encontraba trabajando en el caso Lagrimales Inmunes cuando recibió un sobre por debajo de la puerta. Se apresuró a abrir las ocho cerraduras, pero cuando salió al pasillo ya era demasiado tarde. El mensajero misterioso se había ido. De vuelta en su escritorio, Taboada abrió el sobre. Dentro tenía un papel con una sola línea escrita:
- “El mejor asado no habla castellano.”
Al principio Taboada pensó que era una broma, hasta soltó una carcajada. Pero dejó de lado el sobre y continuó investigando sobre los antillorones del África.
Una semana pasó hasta recibir el segundo sobre. De la misma manera miseriosa y a la misma hora. Esta vez la frase decía.
- “El mejor asado es chino.”
El segundo sobre confirmaba el primero. Hasta le daba más pistas. Taboada ya no podía hacer la vista gorda, debía investigar.
A primer hora de la mañana se tomó el colectivo que va por Av. Libertador. Se bajó una antes, caminó un poco, sacó la entrada, comenzó a recorrer el parque, a darle de comer a los peces y a entrevistar a algunos trabajadores del lugar.
Solo después de tres horas se dió cuenta que estaba en el Jardín Japonés, no Chino, y que allí no iba a conseguir muchas pistas. Así que decidió salir inmediatamente hacia una zona que seguro le sería más fructifera.
Se bajó en Barrancas de Belgrano y comenzó a caminar por el barrio Chino. Recorrió todos los restaurantes y para no despertar sospechas, comió un plato en cada uno. En total comió más de dos kilos y medio de arroz y treinta y dos empanaditas chinas. Pero en ningún menú había Asado.
Volvió a su departamento de la calle Rincón, a descanzar un poco porque el sueño post comida se estaba aduñando de él. Antes de llegar a la casa, pasó por el videoclub cercano y se alquiló todas las películas de Van Dam, como para entrar en clima con el caso. Después de ver la primer media hora de película, durmió quince horas seguidas, que fue más o menos lo que tardó en hacer la digestión. Lo despertó un golpe en la puerta con otro sobre.
- “El mejor asado es chino, chino. De China, posta.”
Medió dormido todavía habló solo:
-“Claro, ¿cómo no me di cuenta antes?, tengo que ir para allá cuanto antes.”
Al otro día fue a la tintorería de la cuadra a hablar con su amigo Javier. Javier era su nombre argentino, que le dieron cuando inmigró a mediados de los noventas. Taboada le contó de los sobres y Javier se ofreció a darle el contacto de su primo que trabajaba en la embajada China en Buenos Aires a cambio de un lavado a seco de la ropa que Taboada llevaba puesta. Cosa que le pareció razonable y además le venía bien, porque sabía que en el mundo burocrático tener buen aspecto, ayuda.
Así fue que llegó a la embajada preguntando por el primo de Javier. Explicó el caso y en menos de dos horas tenía la visa y un pasaje ida y vuelta. Resultó ser que el primo de Javier era un amante del asado criollo y necesitaba saber tanto como Taboada si la hipótesis era verdadera.
El vuelo duró treinta y tres horas y veintidos botellitas de vino tinto. Finalmente el avión aterrizó en el aeropuerto internacional de Shangai. A Taboada no le gusta esperar por su valija, así que decidió viajar con equipaje de mano. Tomó un autobus que lo llevó al centro de la ciudad. Los nombres de las calles eran imposibles pronunciar, por lo que Taboada llegó al hotel gracias a su poder de comunicarse con ademanes.
Después de tomar una ducha, bajó al lobby del hotel y preguntó sobre un restaurant que sirvan el mejor asado del mundo. El funcionario del hotel quedó perplejo, gritó algunas palabras en Chino señalando hacia la puerta para que se vaya. Taboada así lo hizo y tras caminar unas cuadras, escuchó un timbre de bicicleta. Al principio no prestó atención. El segundo timbrazo estaba cada vez más cerca, Taboada decide hacerse a un lado de la calle. El tercer timbrazo ya le molestó, cuandó se dió vuelta para insultar a quien sea, la bicicleta lo atropeyó. Taboada, la bicicleta y el chino cayeron para lados diferentes. Taboada enfurecido se levantó para golpearlo, cuando lo tenía de las solapas de la camisa, el chino soltó una palabra:
- “Asado.”
Taboada detuvo su puño a mitad de camino y el chino repitió.
- “Asado, asado.”
“Sí, asado! ¿Qué sabés de eso pibe?” Evidentemente lo que sabía muy poco de español, por lo que le hizo señas para que lo siguiera. Taboada lo siguió hasta el fin de la calle, dobló a la derecha, luego a la derecha y luego a la derecha, llegando al mismo lugar donde estaban. Lo cual hizo enfurecer todavía más a Taboada. Cuando lo agarro nuevamente de las solapas, el chino dijo.
- “Es para despistar.”
Luego golpeó una puerta cuatro veces y maullo tres. La puerta se abrió, una escalera los llevó hasta un sotano oscuro y con goteras. El chino entró a una puerta y le dijo a Taboada que espere en el pasillo. Taboada no entendía mucho, pero su olfato le decía que estaba en el camino correcto. Después de unos minutos la puerta se abrió y Taboada entró a una habitación más oscura y con más goteras aún. La única luz apuntaba al rostro de un anciano vestido de kimono que estaba intentando atrapar un grillo con un isopo.
- “Típico, pronosticaron lluvia y yo me dejé el paraguas en casa.” Dijo Taboada para cortar el hielo.
- “Bienvenido Sr. Taboada. Sientese por favor. Escuché que usted está buscando algo.”
- “Sí, ¿quién es usted? ¿Qué sabe del asado?”
“- Calma Sr. Taboada. Todo a su tiempo. Si quiere respuestas, va a tener que ganárselas.”
- “¿Ganarmelas? ¿A qué se refiere?”
El viejo sacó un maso de cartas y dijo:
- “Un partido a treinta, sin jardinera. Cortá, vos sos mano.”
Taboada seguía atentamente las manos del anciano, no sea cosa que le vengan a meter la mula justo a él.
Recibe las cartas: Un tres de oro, un siete falso y un sota.
Juega el sota.
El anciano canta envido. -“Envido-envido.” Apura Taboada. El anciano no se arriesga y la deja pasar. Dos puntos para Taboada. El anciano juega un tres y un seis de copas. – “Truco, quiero retruco, quiero.” Taboada coloca las dos cartas una exactamente encima de la otra. El anciano corrobora con su dedo que la carta de abajo mata su seis. Taboada sonríe. “- Quiero vale cuatro.” Taboada miró profundamente en los ojos del anciano. No podía ver mucho por la falta de luz y el agua cayendo del techo sobre su frente.
–“Quiero.” El anciano jugó las cartas sobre el maso. Primera mano, seis puntos para Taboada.
En la segunda mano el anciano ligo tanto y Taboada tres sotas. El partido fue más parejo de lo pensado. Taboada ganando por cinco, después el anciando entrando a las buenas con tres punto arriba por un vale cuatro no querido. Asi llegaron a estar veintisiete a ventinueve.
Le tocaba repartir a Taboada. El anciano sonríe con la primera, con la segunda y no tanto con la tercera. El chino juega un seis de basto. Taboada canta envido. – “Real envido. Falta envido. Treinta y tres. Me ganaste de mano.” El anciano se levantó para festejar su victoria mostrando sus cartas, sin recordar que solo había ganado un punto que era lo que separaba a Taboada del triunfo. El anciano dejó ver sus otras dos cartas: un siete de copas y un caballo. Taboada sonrrió. Los suyos eran de espada y además tenía el ancho.
Entre llantos, el anciano explicó a Taboada como llegar al monasterio de Drepung, en lo alto del Tibet.
En el cuarto día de la expedición, Taboada está exausto, el frío y el viento son inaguantables. Taboada y el chino, que se ofreció a acompañarlo a cambio que le enseñe a jugar al truco, continúan subiendo la cuesta. Una rafaga de viento golpeó la montaña. El cielo se despejó y entre dos nubes apareció el monasterio. La cara de Taboada se iluminó. Sabía que estaba cerca. Infló su pecho de aire. Olía a verdad.
Llegaron al monasterio justo a la hora del almuerzo. Una vez dentro, el chino hizo las veces de traductor. El monje les dió las bienvenidas y los invitó a comer con ellos.
Taboada aceptó. – “Preguntale que hay de comer.” El chino preguntó y recibió la respuesta con una sonrisa. Taboada no precisaba saber más.
Entraron al salón comedor. El olor a carbón, humo y carne invadían el recinto.
A Taboada se le hacía agua la boca. Lo que había sido un murmullo de gente ahora era silencio. Todas las miradas estában sobre Taboada y su compañero de viaje. Ellos saludaron y se sentaron a la mesa. La primera porción de asado fue para el monje principal, la segunda para Taboada. No lo podía creer. Lo que podría ser el mejor asado del mundo estaba frente a sus ojos. Dio el primer bocado. El punto justo, cocido y hasta medio crocante por fuera, jugoso por dentro. Tal como lo decía la carta. Taboada no necesitaba masticar para que la carne se deshaga en su boca. Fue ahi cuándo se dio cuenta que solo había tenedor y cuchara para comer. Qualquier cuchillo estaba de más. Taboada comió su porción y pidió repetir tres veces. Era verdad, todo era verdad. La textura, el aroma. Nunca había comido un asado asi. Era una verdadera explosión de sabor. Cuando estaba terminando su tercer plato, sonó una campanada. Todos en el recintó se levantaron y miraron hacia la puerta de la cocina, Taboada tambíen. Las puertas se abrieron y salió un monje gordo con un delantal blanco manchado de grasa y cenizas. Ante el gesto de reverencia de todos sus compañeros, el monje gordo dijo:
- “Un aplauso para el asador, no sean culeados.”
La ovación fue masiva.
Para la sorpresa de Taboada el asador era el gordo Toti, un cordobés de Rio Tercero, que se había rajado de la Argentina justo antes del kilombo del corralito.
Los dos se quedaron entre Fernet y Fernet, contando cuentos hasta altas horas de la noche. Así fue que Taboada desmistificó que el mejor asado del mundo en verdad era chino, pero de Rio Tercero.
Oggi è il quarto giorno della spedizione, Taboada è molto stanco, il freddo e il vento non sono sopportabili. Ad ogni passo la vetta sembra più lontana. Di sera nella sua sua tenda di 1,4 x 2 metri, sogna il suo materasso, il suo letto, la sua stanza, i suoi 2 ambienti, la sua strada Rincón, la sua Contitución ( un quartiere di BA), il suo Buenos Aires.
Da lontano vede tutto quello, ancora più lontano del monastero di Drepung. Taboada è una persona solitaria. Si potrebbe dire che non è molto socevole. Questo in gran parte si deve al fatto che sa che ogni volta che conosce una persona nuova, questa gli chiederà cosa fa nella vita.
Perchè le leggi sociali così lo stabiliscono. In qualche evento sociale, quando ti presentano a qualcuno, la prima cosa che ti chiedono è il tuo nome e la seconda non è mai se sei stato collezionista di portachiavi, neanche se avevi degli amici immaginari nell’infanza, nenche se qualche volta hai provato ad andare all’inizio o alla fine di un arcobaleno per sapere cosa c'era. Taboada ha sempre pensato che queste domande sarebbero migliori per conoscere una persona. Ma no, la gente mai fa quel tipo di domande. Sempre vogliono sapere la tua professione. E spiegargli questo per Taboada non è mica facile.
Taboada sa di cibo, ma non è chef. Sa applicare il processo scientifico ma non lavora in un laboratorio. Cerca la verità, ma non è un avvocato. E' un investigatore privato, ma non lascia che nessuno lo contatti.
Lui lavora sui suoi istinti. I suoi sensi. Il suo stomaco.
Gonzalo Gonzales Taboada è un investigatore culinario. E dei migliori. Sempre sta dietro una impronta. Il suo olfatto è sigilloso e la sua lingua può differenziare il burro dalla margarina col solo assaporare il suo packaging. Uno dei casi più conosciuti fu trovare Michael Whitaker, nipote di Dorothy Whitaker, che è stata la prima a buttare gli spaghetti contro una ceramica per sapere se era pronto. Taboada è una persona che arriva alle fonti. Nel suo C.V. si trova anche il caso sovietico. Nel quale, in piena guerra fredda, è riuscito a scoprire che l’insalata russa, in Russia si chiama insalata primavera.
Il caso che oggi lo lasciava senza dormire era cominciato un anno fa. Taboada stava nel suo ufficcio investigando una tribù indigena del nordest dell'Africa, che aveva sviluppato una mutazione genetica che permetteva di tagliare la cipolla senza piangere. Il caso non era molto interessante, ma Taboada sapeva che se riusciva a catturare il DNA di uno di questi indigini, trasformarlo in soluzione e metterlo in barattoli, ne avrebbe venuto a milioni. Erano già passate le 3 della mattina, Taboada si trovava lavorando nel caso Lacrimali immuni quando ha ricevuto una lettera sotto la sua porta. L'ha aperto velocemente. Dentro aveva un foglio con una sola riga scritta:
- "La migliore grigliata non parla castigliano".
All’inizio Taboada ha pensato che era una barzelletta, addirittura ha riso forte. Ha lasciato accanto la lettera e continuava investigando sugli africani che non piangono.
Dopo una settimana ricevette la seconda lettera. Dello stesso modo misterioso e alla stessa ora. Questa volta la frase diceva.
-"La migliore grigliata è cinese."
La segunda lettera confermava la prima. Addirittura gli dava più indizi. Taboada già non poteva fare a meno, doveva investigare.
Alle prime ore del mattino ha preso il pullman che va per Av. Libertador. E' sceso una fermata prima, ha camminato un pò, ha acquistato il biglietto e cominciato a percorrere il parco, a dare da mangiare ai pesci e ad intervistare gli addetti al lavoro del posto.
Ma dopo tre ore aveva capito che si trovava nel Giardino Giapponese, e non Cinese, e che lì non avrebbe trovato la soluzione. E immediatamente è andato in una zona sicuramente più adatta.
E' sceso a Barrancas de Belgrano e cominciò a camminare per il quartiere cinese. Ha percorso tutti i ristoranti e per non destare dubbi, ha mangiato un piatto in ognuno. In totale aveva mangiato più di 2 kg e mezzo di riso e 32 involtini cinesi. Ma in nessun menu c'era la grigliata.
E' tornato al suo appartamento della strada Rincon, a riposare un pò perchè il sonno post pranzo lo stava prendendo. Prima di arrivare a casa, è passato per un videoclub vicino e ha noleggiato tutti i film di Van Dam, per entrare in clima con il caso. Dopo aver guardato la prima mezza’ora di film, ha dormito 15 ore di seguito, fu questo il tempo necessario per la digestione. Lo svegliò un colpo alla porta con un altra lettera.
- "La migliore grigliata è cinese, cinese. Della Cina, vero."
Ancora addormentato parlava da solo:
-"Chiaro, come non lo avevo capito prima?, devo andare in Cina subito."
Il giorno dopo fu alla lavanderia dell'altra parte della strada a parlare con il suo amico Javier. Javier era il suo nome argentino, quando era immigrato a metà degli anni ‘90. Taboada gli raccontò delle lettere e Javier gli offrì di dargli un contatto di un suo cugino che lavorava nell’Ambasciata cinese a Buenos Aires in cambio di un lavaggio a secco dell' abbigliamento che Taboada portava con sè. Cosa che gli è sembrata giusta anche perchè doveva stare ben vestito per il mondo burocratico dell’Ambasciata.
Così fu che era arrivato all’Ambasciata chiedendo del cugino di Javier. Ha spiegato il caso e in 2 ore aveva il visto e un biglietto di andata e ritorno. Per fortuna, il cugino di Javier andava matto per la grigliata argentina e aveva bisogno di sapere la verità tanto come Taboada.
Il volo durò 33 ore e 22 bottigliette di vino rosso. Finalmente l'aereo arrivò all’ aeroporto internazionale di Shangai. A Taboada nongli piace aspettare il bagaglio, così che decise di viaggiare con equipaggio a bordo. Ha preso un pullman in direzione del centro della città. I nomi delle strade erano impossibili da pronunciare, per questo Taboada era arrivato al suo albergo grazie al linguaggio delle mani.
Dopo essersi fatto una doccia, scese al lobby dell'albergo e chiese di un ristorante dove facessero la migliore grigliata del mondo. L’impiegato dell’albergo era rimasto perplesso, e cominciò a gridare qualche parola in cinese indicando la porta perché se ne andasse di lì. Taboada così fece e dopo diversi metri, sentì il claxon di una bici. All’inizio non ci aveva fatto attenzione. Il secondo claxon era ora più vicino, Taboada decise di spostarsi. Al terzo claxon, che l’aveva disturbato, quando si girò per insultarlo, la bicicletta lo mise sotto. Taboada, la bicicletta e il cinese erano caduti in posti diversi.
Taboada arrabbiato alzò per colpirlo, e quando lo prese dalla camicia, il cinese riuscì a dire:
- "Grigliata".
Taboada fermò il suo pugno a metà strada e il cinese ripetè:
- "Grigliata, grigliata."
" Sì, grigliata! Cosa sai di questo, ragazzo? Evidentemente quello che sapeva poco era lo spagnolo, per questo gli ha fatto segni per dirgli di seguirlo. Taboada lo seguì fino alla fine della strada, girato a destra, di nuovo a destra per altre 2 volte, per arrivare di nuovo allo stesso punto di partenza. Questo aveva fatto arrabbiare ancora di più Taboada. Quando lo prese di nuovo dalla camicia, il cinese disse:
- E' per non creare sospetti."
Bussarono ad una porta 4 volte e miagolarono 3. La porta si aprì, una scala portava fino ad una cantina buia e con perdite d’acqua. Il cinese entrò da una porta e disse a Taboada di aspettare nel corridoio. Taboada non capiva molto ma il suo olfatto gli diceva che la strada era giusta. Dopo diversi minuti la porta si aprì e Taboada entrò in una stanza più buia e con più perdite. L'unica luce faceva vedere la faccia di un vecchietto vestito col kimono che stava provando a prendere un grillo con un bastoncino cotonato.
-"Tipico, avevano detto che pioveva e io ho lasciato l'ombrello a casa" Ha detto Taboada per rompere il silenzio.
-"Benvenuto Sig. Taboada. Si sieda per piacere. Ho sentito che lei sta cercando qualcosa."
-"Sì, chi è lei? Cosa sa della grigliata?"
-"Tranquillo Sig. Taboada. Tutto a suo tempo. Se vuole risposte, deve guadagnarsele."
-"Guadagnarle? Cosa vuole dire?"
-"Una partita a 30 (“ truco" gioco di carte argentino), senza "gardinera". Te sei mano."
Taboada seguiva attentamente le mani del vecchio, non sia mai che usasse delle trappola (giusto a lui!).
Gioca il 10.
Il vecchio le dice "Envido". -"Envido-envido". Gli mette pressione Taboada. Il vecchio non volle e lasciò passare il gioco. 2 punti per Taboada. Il vecchio giocò un 3 e un 6 di coppa. -"Truco, quiero retruco, quiero." Taboada mise le 2 carte giusto una sopra l'altra. Il vecchio guardò che la carta di sotto vince il suo 6. Taboada sorride. "Quiero vale 4." Taboada guardò fortemente lo sguardo del vecchio. Non poteva vedere molto per la mancanza di luce e l'acqua cadeva dal tetto sulla sua fronte.
-"Quiero." L'anziano mise le sue carte sul tocchetto. Prima mano, 6 punti per Taboada.
Nel secondo giro l'anziano ha avuto buone carte e Taboada tre 10. La partita fu più difficile di quello che aveva pensato. Taboada stava vincendo per 5 punti, dopo l'anziano vinceva per 3 punti grazie a "un Vale 4 non querido". Così erano arrivati alla fine del gioco 27 a 29.
Doveva dare le carte a Taboada. L'anziano sorrideva dopo la prima carta, con la seconda e non tanto con la terza. Il cinese giocò un 6 di bastoni. Taboada gridò envido, -Real Envido. Falta envido. Trenta e tre. Mi hai vinto per una mano." L'anziano si alzò a festeggiare facendo vedere le sue carte, senza ricordare che per cose del gioco ancora non aveva vinto...aveva lasciato vedere a Taboada le sue carte: un 7 di coppa e un cavallo.
Tra pianto e pianto, l'anziano gli spiegò a Taboada come arrivare al monastero di Drepung, in cima del Tibet (dopo aver perso la partita!)
Nel quarto giorno di spedizione, Taboada era sfinito, il freddo e il vento erano insopportabili. Taboada e il cinese, che si era offerto di accompagnarlo in cambio del fatto di avergli insegnato a giocare al "truco", continuarono salendo. Una raffica di vento colpì la montagna. Il cielo si era schiarito e tra le due nuvole appariva il monastero. La faccia di Taboada si illuminò. Sapeva che era vicino. Gonfiò il suo petto d’aria. Sentiva la verità.
Arrivarono al monastero giusto all’ora di pranzo. Una volta dentro, il cinese fece da traduttore. Il monaco gli aveva dato il benvenuto e li aveva invitati a mangiare con loro.
Taboada ha accettato. - "Chidigli cosa c'e da mangiare." Il cinese ha chieso e ha ricevuto la risposta con un sorriso. Taboada non aveva bisogno più di parole.
Entrarono nella sala da pranzo. L'odore di carbonella, fumo e carne invadeva la stanza.
A Taboada gli cadeva la bava dalla bocca. Quelli che erano i rumori della gente adesso erano diventati silenzio. Tutti gli sguardi erano su Taboada e il suo compagno di viaggio. Loro salutarono e si sedettero a tavola. La prima porzione di grigliata fu per il monaco principale, la seconda per Taboada. Non ci poteva credere. Quella che poteva essere la migliore grigliata del mondo stava davanti ai suoi occhi. Ha preso il primo boccone. Giusto, cotto e un po’ croccante fuori, sanguinoso dentro. Come diceva la lettera. Taboada non aveva bisogno di masticare, la carne si scioglieva da sola. In quel momento si è accorto che non c'erano coltelli nel tavolo, solo forchetta e cucciaio per mangiare. Dei coltelli non c’era bisogno. Taboada ha mangiato la sua porzione e ha chiesto tre porzioni ancora. Era vero, tutto era vero. La consistenza, l'aroma. Mai aveva mangiato una grigliata così. Era una vera esplosione di sapori. Quando stava per finire il suo terzo piatto, ha suonato una campana. Tutti nella stanza si alzarono e guardarono la porta della cucina, anche Taboada. Le porte si aprirono e uscì un monaco grosso con un tovagliolo bianco macchiato di grasso e cenere. Davanti ai gesti di ringraziamento dei suoi compagni, il monaco grosso disse:
- "Un applauso per il fuochista, non essere inculati."
L’ovazione fu massiva.
Con grande sorpresa di Taboada, il cuoco era il grosso Toti, un “cordobes di Rio Tercero” ( nato a Rio Tercero Provincia di Cordoba), che se ne era andato dall’Argentina giusto prima del casino delle banche.
Tutte e due rimasero tra Fernet e Fernet, raccontando storie fino a tardi. Così fu che Taboada provò che la miglior grigliata del mondo era cinese ma di Rio Tercero (Argentina).
Blog de Juan Christmann & Daniela Kodenczyk : http://quelacosanoquedeenpicada.blogspot.com
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