La edad de la ignorancia - DENYS ARCAND
L'eta barbarica - DENYS ARCAND
by Gustavo Bonino
Es la última película de la trilogía de Denys Arcand iniciada hace más de quince años con "El declive del imperio americano" y que posteriormente le reportó un Oscar por "Las invasiones bárbaras", la segunda película. La edad de la ignorancia es, básicamente, un enfoque dual: por un lado se ve la sátira sobre el mundo moderno, sobre lo perverso que es el “sistema” en el cual estamos obligados a girar y por el otro, se vislumbra una reflexión acerca de la moral de nuestra época. Cuál es el límite de la creciente “modernización” de la vida del ser humano?.
Arcand nos vuelve a mostrar un mundo fragmentado -en lo que a las relaciones humanas se refiere- desde la lente de uno de sus personajes. Así como en las Invasiones Bárbaras el protagonista es un intelectual idealista que “cae” en un hospital público con un cáncer terminal, olvidado por sus suyos hasta llegar, con el correr de la película, a reunir a sus hijos, colegas, amigos, su ex esposa y un par de amantes; en La edad de la ignorancia, el protagonista es el arquetipo de la clase media del primer mundo. Un empleado del gobierno de Quebec, con dos hijas a las que se las ve literalmente durante todo el rodaje conectadas a todo menos a su padre: mp3, consolas de juegos, etc., con las cuales no tiene la menor relación; y con una mujer desentendida de su hogar, “reina de la comida congelada”, obsesionada por brillar en su trabajo, corriendo detrás del slogan de American Express: Pertenecer, palabra santa en el sistema del “amercian way of life”.
Dos hijas de las que realmente no sabe nada, una mujer enamorada de los compromisos y ataduras del sistema y una madre moribunda, a la cual visita diariamente a un hospital público, son los afectos que rodean al personaje de Jean-Marc, interpretado por el actor Marc Labreche.
Semejante dosis de incomunicación familiar, sumada al perverso "mundo kafkiano" con el que tiene que lidiar desde hace décadas, todos los días, en su puesto de trabajo para el gobierno de Quebec, en el que desempeña la amarga tarea de escuchar y derivar a laberinto imposible, las quejas de los ciudadanos que van quedando fuera del "incompresible sistema", Jean-Marc toma una decisión.
Ante tamaña realidad diaria e incapacitado de reaccionar (como si su natural rebeldía estuviera atada de pies y manos) el pobre Jean-Marc se inventa otra vida. Sí, una vida paralela para evadir su realidad. Decide vivir una vida de sueños. Así va sustituyendo sus grandes fracasos, frustraciones e imposibilidades por sueños en donde es un hombre exitoso: Un escritor multipremiado, un hombre que logra atraer a cuanta mujer se le cruza, Un opresor de quienes lo oprimen en su vida real. En una palabra, un Quijote del siglo XXI.
Al igual que Kevin Spacy en American Beauty, Jean-Marc forma parte del arquetipo del hombre residual en la modernidad líquida actual, de la que tan brillantemente nos advierte Sygmunt Bauman.
Acechado y sin salida, su mujer lo abandona por un tiempo, sus hijas no le dirigen la palabra y su madre muere, Jean-Marc decide retirarse (vence o es vencido por el sistema?) y se hospeda –se entiende que de manera definitiva- en una casa en la playa que era de sus padres, lejos de todo y de todos.
Esta polémica y criticada película de Arcand muestra lo que todos los días vemos sin ver. La degradación y el reciclaje que el sistema hace con todo aquel que no se adapta o, para ser más precisos, con todo aquel que no se aferra con uñas y dientes a una resbaladiza, desquiciada y colapsada realidad actual.
Questo è l'ultimo film della trilogia di Denys Arcand iniziata 15 anni fa, con "Il declino dell'impero americano" e che, successivamente, gli ha fatto vincere un Oscar con " Le Invasioni Barbariche", il secondo film. L'eta barbarica è, sostanzialmente, una visione dualistica: da un lato si vede la satira del mondo moderno, la perversione del "sistema" nel quale siamo obbligati a girare e, dall’altro lato, si vede una riflessione sulla morale della nostra epoca. Quale è il limite della crescente "modernizzazione" della vita dell’essere umano?
Arcand ci torna a far vedere un mondo frammentato-parlando di relazioni umane-dalla lente di una dei suoi personaggi. Così come nelle “Invasioni barbariche” il protagonista è un intellettuale idealista che "cade" in uno ospedale pubblico con un cancro terminale, lasciato dai suoi fino a che arriva, nel percorrere del film, a riunire i suoi figli, compagni, amici, la sua ex moglie e un paio di amanti; nella “Età barbarica”, il protagonista è l’archetipo della classe media del primo mondo. Un impiegato del governo del Quebec, con le sue due figlie, le quali guarda letteralmente per tutto il film, legate a tutto meno che al loro padre: mp3, console di giochi, ecc., con le quali non ha nessuna relazione; e la sua donna lontana dalla casa, "regina del cibo surgelato", ossessionata di brillare nel suo lavoro, andando dietro lo slogan di American Express: Appartenere, parola santa del sistema del " american way of life".
Due figlie delle quali non sa niente, una moglie innamorata dei suoi compromessi e legature del sistema e una madre moribonda, che visita giornalmente in un ospedale pubblico, sono gli affetti che girano intorno al personaggio di Jean-Marc, interpretato dall'attore Marc Labreche.
Simili dosi di non-comunicazione familiare, sommato al perverso "mundo Kafkiano" con il quale deve lottare da decadi, tutti i giorni, nel suo posto di lavoro per il governo del Quebec, nel quale fa l'amaro compito di sentire e riferire ad un labirinto impossibile, le lamentele dei cittadini che rimangono fuori dall’"incomprensibile sistema", Jean-Marc prende una decisione.
Di fronte a questa "gran" realtà e incapace di reagire (come se la sua naturale ribellione fosse legata mani e piedi), il povero Jean-Marc si crea un’altra vita. Sì, una vita parallela per evadere la sua realtà. Decide di vivere una vita di sogni. Così va cambiando i suoi fallimenti, frustrazioni e le sue impossibilità per sogni dove è un uomo di successo: un scrittore pluripremiato, un uomo che riesce ad attrarre ogni donna che incrocia. Un oppressore di chi lo opprime nella sua vita vera. In altre parole, un Don Chisciotte del XXI secolo.
Come Kevin Spacy in American Beauty, Jean.Marc è parte dell’archetipo di uomo residuale nella modernità liquida attuale, della quale ci avverte brillantemente Sygmunt Bauman.
Assediato e senza uscita, la sua donna lo lascia per un tempo, le sue figlie non gli parlano e la sua madre muore, Jean-Marc è deciso a licenziarsi (vince o è vinto dal sistema?) e si isola -si capisce in un modo definitivo-in una casa nella spiaggia che era dei suoi genitori, lontano da tutto e da tutti.
Questo polemico e criticato film di Arcand ci mostra quello che vediamo tutti i giorni senza vederlo. La degradazione e il riciclaggio che il sistema fa con tutto quello che non si adatta o, per essere più precisi, con tutto quello che non si afferra, con unghie e denti, a una scivolosa e collassata realtà attuale.
L'eta barbarica - DENYS ARCAND
by Gustavo Bonino
Es la última película de la trilogía de Denys Arcand iniciada hace más de quince años con "El declive del imperio americano" y que posteriormente le reportó un Oscar por "Las invasiones bárbaras", la segunda película. La edad de la ignorancia es, básicamente, un enfoque dual: por un lado se ve la sátira sobre el mundo moderno, sobre lo perverso que es el “sistema” en el cual estamos obligados a girar y por el otro, se vislumbra una reflexión acerca de la moral de nuestra época. Cuál es el límite de la creciente “modernización” de la vida del ser humano?.
Arcand nos vuelve a mostrar un mundo fragmentado -en lo que a las relaciones humanas se refiere- desde la lente de uno de sus personajes. Así como en las Invasiones Bárbaras el protagonista es un intelectual idealista que “cae” en un hospital público con un cáncer terminal, olvidado por sus suyos hasta llegar, con el correr de la película, a reunir a sus hijos, colegas, amigos, su ex esposa y un par de amantes; en La edad de la ignorancia, el protagonista es el arquetipo de la clase media del primer mundo. Un empleado del gobierno de Quebec, con dos hijas a las que se las ve literalmente durante todo el rodaje conectadas a todo menos a su padre: mp3, consolas de juegos, etc., con las cuales no tiene la menor relación; y con una mujer desentendida de su hogar, “reina de la comida congelada”, obsesionada por brillar en su trabajo, corriendo detrás del slogan de American Express: Pertenecer, palabra santa en el sistema del “amercian way of life”.
Dos hijas de las que realmente no sabe nada, una mujer enamorada de los compromisos y ataduras del sistema y una madre moribunda, a la cual visita diariamente a un hospital público, son los afectos que rodean al personaje de Jean-Marc, interpretado por el actor Marc Labreche.
Semejante dosis de incomunicación familiar, sumada al perverso "mundo kafkiano" con el que tiene que lidiar desde hace décadas, todos los días, en su puesto de trabajo para el gobierno de Quebec, en el que desempeña la amarga tarea de escuchar y derivar a laberinto imposible, las quejas de los ciudadanos que van quedando fuera del "incompresible sistema", Jean-Marc toma una decisión.
Ante tamaña realidad diaria e incapacitado de reaccionar (como si su natural rebeldía estuviera atada de pies y manos) el pobre Jean-Marc se inventa otra vida. Sí, una vida paralela para evadir su realidad. Decide vivir una vida de sueños. Así va sustituyendo sus grandes fracasos, frustraciones e imposibilidades por sueños en donde es un hombre exitoso: Un escritor multipremiado, un hombre que logra atraer a cuanta mujer se le cruza, Un opresor de quienes lo oprimen en su vida real. En una palabra, un Quijote del siglo XXI.
Al igual que Kevin Spacy en American Beauty, Jean-Marc forma parte del arquetipo del hombre residual en la modernidad líquida actual, de la que tan brillantemente nos advierte Sygmunt Bauman.
Acechado y sin salida, su mujer lo abandona por un tiempo, sus hijas no le dirigen la palabra y su madre muere, Jean-Marc decide retirarse (vence o es vencido por el sistema?) y se hospeda –se entiende que de manera definitiva- en una casa en la playa que era de sus padres, lejos de todo y de todos.
Esta polémica y criticada película de Arcand muestra lo que todos los días vemos sin ver. La degradación y el reciclaje que el sistema hace con todo aquel que no se adapta o, para ser más precisos, con todo aquel que no se aferra con uñas y dientes a una resbaladiza, desquiciada y colapsada realidad actual.
Questo è l'ultimo film della trilogia di Denys Arcand iniziata 15 anni fa, con "Il declino dell'impero americano" e che, successivamente, gli ha fatto vincere un Oscar con " Le Invasioni Barbariche", il secondo film. L'eta barbarica è, sostanzialmente, una visione dualistica: da un lato si vede la satira del mondo moderno, la perversione del "sistema" nel quale siamo obbligati a girare e, dall’altro lato, si vede una riflessione sulla morale della nostra epoca. Quale è il limite della crescente "modernizzazione" della vita dell’essere umano?
Arcand ci torna a far vedere un mondo frammentato-parlando di relazioni umane-dalla lente di una dei suoi personaggi. Così come nelle “Invasioni barbariche” il protagonista è un intellettuale idealista che "cade" in uno ospedale pubblico con un cancro terminale, lasciato dai suoi fino a che arriva, nel percorrere del film, a riunire i suoi figli, compagni, amici, la sua ex moglie e un paio di amanti; nella “Età barbarica”, il protagonista è l’archetipo della classe media del primo mondo. Un impiegato del governo del Quebec, con le sue due figlie, le quali guarda letteralmente per tutto il film, legate a tutto meno che al loro padre: mp3, console di giochi, ecc., con le quali non ha nessuna relazione; e la sua donna lontana dalla casa, "regina del cibo surgelato", ossessionata di brillare nel suo lavoro, andando dietro lo slogan di American Express: Appartenere, parola santa del sistema del " american way of life".
Due figlie delle quali non sa niente, una moglie innamorata dei suoi compromessi e legature del sistema e una madre moribonda, che visita giornalmente in un ospedale pubblico, sono gli affetti che girano intorno al personaggio di Jean-Marc, interpretato dall'attore Marc Labreche.
Simili dosi di non-comunicazione familiare, sommato al perverso "mundo Kafkiano" con il quale deve lottare da decadi, tutti i giorni, nel suo posto di lavoro per il governo del Quebec, nel quale fa l'amaro compito di sentire e riferire ad un labirinto impossibile, le lamentele dei cittadini che rimangono fuori dall’"incomprensibile sistema", Jean-Marc prende una decisione.
Di fronte a questa "gran" realtà e incapace di reagire (come se la sua naturale ribellione fosse legata mani e piedi), il povero Jean-Marc si crea un’altra vita. Sì, una vita parallela per evadere la sua realtà. Decide di vivere una vita di sogni. Così va cambiando i suoi fallimenti, frustrazioni e le sue impossibilità per sogni dove è un uomo di successo: un scrittore pluripremiato, un uomo che riesce ad attrarre ogni donna che incrocia. Un oppressore di chi lo opprime nella sua vita vera. In altre parole, un Don Chisciotte del XXI secolo.
Come Kevin Spacy in American Beauty, Jean.Marc è parte dell’archetipo di uomo residuale nella modernità liquida attuale, della quale ci avverte brillantemente Sygmunt Bauman.
Assediato e senza uscita, la sua donna lo lascia per un tempo, le sue figlie non gli parlano e la sua madre muore, Jean-Marc è deciso a licenziarsi (vince o è vinto dal sistema?) e si isola -si capisce in un modo definitivo-in una casa nella spiaggia che era dei suoi genitori, lontano da tutto e da tutti.
Questo polemico e criticato film di Arcand ci mostra quello che vediamo tutti i giorni senza vederlo. La degradazione e il riciclaggio che il sistema fa con tutto quello che non si adatta o, per essere più precisi, con tutto quello che non si afferra, con unghie e denti, a una scivolosa e collassata realtà attuale.
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